Para mi pregunta no hay respuesta, pero para la otra sí y es que si no me equivoco la procesión irá por dentro.
Lo que leeréis a continuación lo ha copiado de un blog que sigo con asiduidad. Lo leo todas las semanas y me encanta¡ aquí podéis echarle un vistazo.
Un día largo en Japón – 日本の長い一日
Un cielo azul de invierno, despejado, como cualquier otro día de marzo. El cielo azul del día 12 de marzo de 2011, el cielo azul después de un día que quedará grabado en la historia de este país, el cielo azul de mi Japón.
En ese cielo azul no pasa nada, es un cielo azul como cualquier otro cielo azul de cualquier otro día, pero debajo de ese cielo azul … ya no es el mismo Japón.
No pienso poner fotos de ese día 11, de lo que ví en las calles, ni videos ni enlaces; todas esas imágenes las podrán ver a través de las noticias y otros blogs. No quiero poner las mismas cosas … no quiero …
Sólo una foto del cielo azul del día 12 de marzo de 2011 …
Se movió mucho, muchísimo, pero muchísimo. La oficina está en la quinta planta. Nos escondimos debajo de las mesas; seguía moviéndose y parecía que no terminaba. Cuando se calmó un poco el temblor, vimos la oficina con todas las cosas por el suelo. Tristeza, miedo, pánico …
Bajando las escaleras para salir del edificio, nos dimos cuenta que las plantas inferiores no se habían movido tanto como la nuestra porque la mayoría de las cosas estaban en su lugar, y la chica de la planta baja seguía trabajando como si nada, viendo las imágenes a través de un televisor.
Los trenes estaban parados, los celulares no funcionaban, por eso fue imposible comunicarme con Okinawa, con las personas que quería comunicarme y con Nuria. Fue imposible.
Teníamos dos alternativas: pasar la noche en la oficina o volver a casa pero caminando. Pensé ir hasta Shinjuku en ómnibus (autobus); estuve esperando una hora pero el ómnibus no aparecía, por eso me fui a la larga cola de los taxis; con frío y miedo estuve esperando otra hora más. La cola se hacía más larga pero los taxis no venían.
Con una compañera nos fuimos caminando hasta Shinjuku (una hora más o menos) con toda la gente que se dirigía al mismo lugar. En la estación nos separamos. Ella se fue caminado hasta su casa porque conocía el camino, pero yo no sabía cuál era el camino a casa y no quería caminar de noche por lugares que no conocía.
Me senté en una de las escaleras de uno de los grandes almacenes de Shinjuku para pasar la noche junto a muchas personas, que como yo, no podían volver a sus casas. Los empleados de la tienda nos ofrecieron cartones para poder sentarnos sobre ellos y no pasar frío y, la señora que estaba sentada a mi lado me dio unos biscochos que había comprado antes de que pasara lo que pasó. Hablamos, comimos en silencio y seguimos hablando … Jóvenes, gente mayor, amigos, compañeras de trabajo, estudiantes … todos sentados a la izquierda y derecha de la escalera en una fila de tres o cuatro, dejando lugar en el medio para que la gente pudiera subir y bajar. Había espacio para sentarse en el medio pero la gente que buscaba dónde sentarse, no se sentaba ahí porque no quería molestar el camino para subir o bajar. Tratamos de sentarnos un poco más juntitos para que pudieran sentarse más personas.
¿Me puedo sentar aquí? Gracias, gracias … ¿De dónde vienes? Nadie gritaba, nadie hablaba en voz alta, nadie lloraba. La gente estaba tranquila … ¿Por qué? , con el miedo que tenía yo, si yo tenía una ganas enormes de llorar, de gritar, de patalear, de correr … ¿Por qué? – pensé -
Necesitaba que me abrazaran, que me abrazaran fuerte pero muy fuerte, sin decir nada para que mi cabeza volviera a funcionar, a trabajar como siempre … que me abrazaran aunque sea unos minutos …
Uno de los empleados del almacén nos vino a decir que no podíamos pasar la noche sentados en las escaleras porque era peligroso y que nos iban a acompañar hasta el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokyo, que había abierto las puertas para las personas que no podían regresar a sus casas. Miles de personas caminando hacia un mismo lugar, ciudadanos sin casa yendo de un lugar a otro … me dieron ganas de llorar, pero no lloré … Yo quería quedarme allí, en las escaleras, esperando hasta que los trenes empezaran a funcionar o volver a casa caminando de alguna manera pero de día. Todos pensábamos igual, lo estuvimos hablando … pero nadie se atrevió a decírselo a los empleados del almacén. Yo tampoco. Los empleados se habían puesto unas camperas brillantes para que sirvieran de guía y la gente pudiera seguirles hasta el edificio del Gobierno Metropolitano. Ellos, los empleados, no tenían por qué hacer eso, no tenían por qué acompañarnos hasta el edificio, con sólo decir dónde estaba y cómo teníamos que ir era suficiente. Pero nos acompañaron a todos, a miles de personas … ¿Por qué? Si ellos también tenían miedo, si ellos también tenían familia, si ellos también querían volver lo más pronto posible a sus casas … Pero me sentí tranquila con ellos. Y pensé en lo egoísta que era … Cuídense mucho … fueron sus palabras cuando llegamos y volvieron al almacén, para cuidar también de su gente, de sus empleados.
En el edificio nos dieron cartones para poder sentarnos en el suelo. Las sillas y sillones ya estaban ocupados por las personas que habían llegado antes que nosostros. Todos corrieron hasta el lugar para conseguir esos cartones; a pesar de que los empleados decían que había para todos, nadie escuchaba. Uno de ellos dejó de repartirlos y dijo en voz alta: un cartón por persona y formen una cola aquí. Y lo hicieron sin chistar, todo en orden, todos tranquilos. ¿Por qué nadie decía yo soy el primero, yo vine antes que tú, no empujes o cosas parecidas?
Me senté al lado de dos chicas jóvenes que vivían mucho más lejos que yo. Me dieron caramelos y yo les di unos chocolates (que siempre llevo en el bolso), y el joven sentado a mi izquierda, me consiguió – no sé de dónde – otra caja de cartón para poder tapar mis piernas y no pasar frío.
Larga cola para ir al baño y larga cola para llamar por los teléfonos públicos porque los celulares no funcionaban. Cada diez minutos, los empleados nos informaban sobre los tranportes públicos, los trenes que habían empezado a funcionar; de a poco, volvía la tranquilidad … o eso creíamos …
Por primera vez pudimos ver las imágenes del desastre en las grandes pantallas del edificio del Gobierno, las imágenes de nuestro Japón … Rabia, tristeza, desaliento, miedo …
A las doce y media de la noche, nos comunicaron que nuevas líneas de trenes empezaron a funcionar. Podía regresar a casa. Me despedí de las chicas, del joven y salí del edificio hacia la estación. Hacía mucho frío, pero no estaba sola porque había mucha gente que iba al mismo lugar. Falta poco …
El tren iba muy despacio, con una velocidad que no era la normal; llegué a casa a la una y media. Mi casa seguía en pie, se habían caído algunas cosas pero seguía ahí, esperándome … y todos ustedes también, esperándome …
Al ver los comentarios y la cantidad de correos que me llegaron, me puse a llorar. Lamento no poder contestar ahora a ninguno de los 40 correos que me llegaron, pero lo haré una vez pueda respirar con tranquilidad.
No pude dormir bien, no pude comer nada. Se movió varias veces por la noche y las réplicas siguieron y siguen todavía.
Esta mañana, al abrir la ventana, me encontré con el cielo de la foto … y me puse a llorar otra vez …
Por la tarde salí a hacer unas compras, no quería cocinar porque no sabía si se podía usar el gas, pero en el supermercado no había pan ni comida preparada; todos pensaron lo mismo que yo. El barrio estaba como siempre, con esa tranquilidad, con la misma gente. Parejas de universitarios tomados de la mano, un niño con su papá haciendo las compras, una señora paseando con su perrito, el niño de tres años que vive al lado de mi casa llorando porque su hermano de seis años no le prestaba la bicicleta, los papás hablando sobre si era mejor comer ramen u otra cosa … se respiraba el mismo aire. ¿El mismo? No, no era el mismo, o era el mismo pero la diferente era yo …
No tengo ganas de hacer nada, ni tengo ganas de comer, no tengo ganas de escribir, sólo tengo ganas de gritar todo esto que llevo dentro, que aprieta mi corazón, tengo ganas de llorar, para que todo el miedo que sentí saliera con mis lágrimas. Aunque sea duro, tenemos que seguir caminando … porque gracias a Dios estoy viva, porque hay una cantidad enorme de vidas que se perdieron … Estoy viva, estoy llorando, pero a pesar de la experiencia, dentro de unos meses nos olvidaremos de todo lo que sucedió, del miedo que pasamos. ¿Cambiaremos un poco después de la experiencia vivida, después de haber visto esas imágenes, después de haber sentido ese miedo de perderlo todo? Creo que no, y seguiremos diciendo y haciendo lo mismo aquí y allá como antes, como siempre, seguiremos siendo los mismos, seguiré siendo la misma … y eso me hace llorar más.
Escrito el 12 de marzo de 2011
Madre mia, se te ponen los pelos de punta solo de leerlo...
ResponderEliminarYo si creo que cambiaremos, tenemos que cambiar, no???
Mis mas sentido pesame a todos los que han perdido a alguien, y mi admiracion para los que siguen adelante de esa manera!!!!!!
Es como estar allí con ella... Es espeluznante. Gracias Geli por enseñárnoslo.
ResponderEliminarHola linda,
ResponderEliminarte acabo de leer y no he podido contener las lágrimas. Yo soy de España, pero igualmente me ha afectado mucho la noticia... Espero que ese color azul se mantenga y nos llene de esperanza...
Te seguiré para volver a leerte, porque de verdad que me ha encantado lo que has escrito; aunque sea algo triste.
Gracias por compartir con nosotros tu experiencia; eres una campeona.
un besazo enorme:)
Nieves
Gracias por compartir estas palabras, por mostranos otra ventana allí...cuando veo las noticias, cuando las leo...mi corazón se encoge, las lágrimas me salen, aunque sea un país lejano, en el que no he estado, me da rabia, me da tristeza, impotencia...la naturaleza ha sido de lo más terrible con este bello país....
ResponderEliminarEs terrible y cuando te lo cuentan así en primera persona es impresionante.
ResponderEliminarSuerte a todas las personas que están pasando por esto.
Un abrazo y gracias por contarnoslo.
Cristina
Je suis vraiment triste de lire ton article et nous sommes bien impuissants face à cette tragédie et je suis de tout coeur avec le peuple japonais.... toutes mes pensées les accompagnent...
ResponderEliminarBisous
Un saludo con todo mi cariño,
ResponderEliminarLisou
Kiss from France